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Channel: Diego Sánchez de la Cruz
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¿Un acuerdo comercial transatlántico?

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El miércoles pasado, Estados Unidos y la Unión Europea anunciaron oficialmente el comienzo de las negociaciones para llegar a un acuerdo comercial transatlántico. Con anterioridad, esta propuesta había tenido notable éxito en círculos académicos, gracias a los esfuerzos de instituciones como la Universidad John Hopkins o la Fundación FAES. No obstante, las negociaciones políticas comenzadas en 2007 no consiguieron ningún avance significativo.

Ahora, seis años después, ambos bloques económicos han anunciado la creación de un Grupo de Trabajo de Alto Nivel que se dedicará a analizar los obstáculos necesarios para conseguir el pacto. La UE va a necesitar el “OK” del Consejo Europeo, pero esta cuestión no debería ser un problema debido al previsible voto favorable de Alemania, el interés de Gran Bretaña y la falta de oposición por parte de Francia. El único escollo aquí puede ser el Parlamento Europeo, tan habituado a incluir cláusulas proteccionistas en las negociaciones comerciales.

En el ámbito estadounidense, el impulso tendrá que venir del Congreso. No queda claro cuál será el escenario final en este escenario: al fin y al cabo, acuerdos comerciales como los firmados con Colombia o Corea del Sur han sufrido retrasos de varios años debido a diferentes maniobras legislativas. Pese a todo, el bloque demócrata nunca ha expresado grandes recelos ante la iniciativa comercial transatlántica, por lo que el optimismo es razonable.

Un avance pragmático, que no idóneo

Claro está que la solución idónea para impulsar realmente la globalización sería un acuerdo de liberalización total del comercio mundial. No obstante, ni los acuerdos bilaterales ni las áreas comerciales ni la OMC ofrecen perspectivas halagüeñas en este ámbito. Por eso, es recomendable avanzar paso a paso, apoyando acuerdos como el que podrían sacar adelante EEUU y la UE… pero exigiendo al mismo tiempo que esos mismos pactos sean revisados continuamente en aras de una mayor liberalización comercial. No es este un escenario idóneo, pero sí pragmático.

Además, es innegable que debido al peso geopolítico de EEUU y la UE, un pacto entre ambos bloques podría tener un fortísimo efecto arrastre en otras zonas económicas. Sería muy difícil que otros países insistiesen en mantener medidas proteccionistas si el pacto comercial transatlántico saliese adelante.

Una inyección de riqueza

¿Qué impacto tendría la eliminación de los aranceles vigentes? Los datos que maneja la Comisión Europea vendrían a significar un crecimiento adicional del 0,5% del PIB para el viejo continente. En EEUU, el impacto sería aún mayor, alcanzando el 1,3%. No obstante, si a la eliminación de los aranceles se le une una reducción de las decisiones proteccionistas que se articulan mediante barreras no arancelarias y medidas sanitarias, los cálculos publicados por el Wall Street Journal hablan de un crecimiento adicional del 0,7% en la UE y el 0,3% en EEUU.

Evidentemente, la situación no es simétrica en todos los sectores de la economía. En el ámbito del tráfico transatlántico, por ejemplo, el encarecimiento generado por la falta de libertad comercial ronda entre el 10% y el 20%. Más margen aún existe en el mercado agrícola, que hasta ahora ha resistido buena parte de las iniciativas globales de liberalización comercial.

La propuesta de la Fundación FAES

Desde hace más de medio siglo, la propuesta de crear un gran acuerdo comercial entre Europa y Estados Unidos ha aparecido y desaparecido del debate público. Así lo explicó Pedro Schwartz Girón en Libertad Digital:

“Uno de los primeros economistas en defender un comercio atlántico más libre fue Gottfried Haberler, quien en 1936, al tratar de una posible unión aduanera europea, señaló que no entendía por qué la reducción de aranceles debía limitarse sólo a Europa. También apuntó la idea de que los países del Occidente de Europa se encontraban mucho más cerca, espiritual y económicamente, de los países del otro lado del Atlántico que de los Estados del Este europeo”

“En 1950, Lionel Robbins defendió la idea de una “comunidad atlántica” como solución superior a una mera unión europea, que en su opinión desembocaría necesariamente en un regionalismo plagado de restricciones al libre comercio”

“En Francia, el premio Nobel Maurice Allais, luego partidario acérrimo de la unión monetaria europea, redactó en 1951 un “Manifiesto por una Unión Atlántica” en el que defendió que el mercado común europeo debería incluir no sólo a Inglaterra, también a Norteamérica. Una idea similar fue apuntada por Pierre Uri, uno de los redactores del tratado de Roma, en su libro Dialogue des Continents, de 1960”

La Fundación FAES recogió el testigo histórico de estas y otras iniciativas y publicó en 2006 un excelente informe elaborado por Francisco Cabrillo, Jaime García-Legaz y el propio Profesor Schwartz. Pueden leer el estudio completo haciendo click aquí. Lo más interesante del acuerdo es que el pacto comercial propuesto no tendría restricción geográfica alguna: cualquier país que estuviese dispuesto a firmar el acuerdo de liberalización podría asociarse al bloque con pleno derecho.

Este componente de flexibilidad ha sido incorporado con éxito a la propuesta de la Alianza del Pacífico, una iniciativa de liberalización comercial que lideran Chile, Colombia, Perú y México. Pueden saber más sobre el proyecto haciendo click aquí y aquí.


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