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Channel: Diego Sánchez de la Cruz
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Letta promete menos gasto y menos impuestos

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El nuevo jefe de gobierno italiano, Enrico Letta, pronunció su primer discurso ante el Parlamento del país transalpino rodeado de los 21 ministros de su Ejecutivo. Progresista, católico y razonablemente joven  (46 años), Letta va a encabezar una coalición de corte centrista.

Lo más refrescante de su discurso de investidura es que Letta ha prometido abordar la crisis por el lado de la “austeridad pública”, es decir, aplicando rebajas de impuestos y recortes del gasto público. En España, las medidas de ajuste del último lustro se han centrado en todo lo contrario: el gasto ha subido hasta el 47% del PIB y los impuestos han crecido de forma significativa.

El sentido común ya nos dice que estrangular al sector privado para apuntalar al sector público no es una estrategia muy inteligente para recuperar el crecimiento y salir de la crisis. No obstante, tanto Zapatero como Rajoy han preferido imponer la “austeridad privada” y mantener un Estado hipertrofiado, cuyo alcance solamente era sostenible en convivencia con la burbuja productiva que generó el crédito barato.

Letta ve las cosas de manera diferente, y por eso ha anunciado una batería de medidas que buscan estimular el crecimiento a través de la oferta y no de la demanda. Si sus promesas se cumplen, en año y medio habrá menos impuestos y menos gasto público; además, Letta ha hablado de eliminar instituciones públicas como las provincias y acabar con la financiación pública de los partidos políticos, dos aspectos que España sigue sin abordar.

Letta cuenta con un amplio apoyo parlamentario: 453 votos a favor por solamente 153 en contra. Su primer acierto ha sido explicar las medidas de forma clara y contundente, recordando que la acumulación de deuda pública “grava como un enorme fardo a las generaciones presentes y futuras, amenazando con hacer pedazos las perspectivas económicas del país”.

El nuevo Primer Ministro ligó el ajuste del gasto a las políticas de estímulo: “sólo con el saneamiento de las cuentas públicas, Italia muere”. Pero aquí hay un giro importante: ese impulso al crecimiento vendrá por la vía de la rebaja de impuestos y no por la de los planes de gasto. “La reducción fiscal sin endeudarnos será un objetivo continuo”, señaló Letta antes de indicar una serie de rebajas de la fiscalidad al trabajo así como la eliminación de un impuesto inmobiliario recuperado por Mario Monti y responsable de extraer a las familias más de 9.000 millones al año (a razón de una media de 3.000 millones divididos en tres pagos).

A priori, todo suena razonablemente bien. Para que el experimento salga adelante, Letta necesita tener éxito en tres aspectos cruciales:

1. Pasar de las palabras a los hechos: el programa del gobierno de coalición identifica razonablemente bien el tipo de medidas que necesita Italia, pero la experiencia reciente de otros países como Reino Unido, España o EEUU demuestra que, a la hora de la verdad, los políticos suelen escoger ajustes cosméticos, de poco impacto fiscal pero atractivos ante el electorado. El coro de economistas y opinadores que se opone a cualquier medida de reducción del gasto público siempre es de lo más nutrido, por lo que el reto consiste en ignorar estas recetas cuyo fracaso ha vuelto a demostrarse en esta crisis.
2. Ir más allá de lo anunciado: el gasto público en Italia era de 613.000 millones en 2002 y de 788.000 en 2011. Las reformas fiscales tienen que ser aún más ambiciosas de lo anunciado si de verdad quieren devolver el tamaño del Estado a un nivel más reducido. En cuanto a los impuestos, debe apostarse continuamente por rebajar y eliminar gravámenes, apostando por reformas integrales del sistema tributario en vez de aplicando “parches” al mismo.
3. Privatizar, liberalizar y flexibilizar la economía: en numerosos sectores, el Estado controla directa o indirectamente el desarrollo de los procesos del mercado, bien vía limitaciones a la competencia, bien vía empresas públicas y participaciones. Los colegios profesionales y el mercado laboral deberán experimentar un vuelco importante para ajustarse a las necesidades de competitividad y apertura de una economía moderna.

Para saber más sobre austeridad y crecimiento, hagan click aquí.


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