Magnus Wiberg escribe en el Financial Times sobre la experiencia sueca con la Tasa Tobin. Ya he descrito la inconveniencia de aplicar un tributo así en ocasiones anteriores, pero creo que es conveniente recoger también las advertencias que Wiberg ha presentado a los lectores del FT.
Su artículo comienza así:
“Europa se está equivocando. En febrero, la Comisión Europea propuso una tasa a las transacciones financieras y once Estados van a implementar un gravamen de al menos un 0,1% en las operaciones de capitales y del 0,01% en las transacciones articuladas con derivadas financieras. Si alguien quiere conocer la experiencia de Suecia con este impuesto, debería saber que esta decisión es poco sabia”
Wiberg señala que Suecia introdujo la tasa en 1994 “con dos objetivos: reducir la especulación y aumentar la recaudación”. Por aquel entonces, la salida de capitales estaba también limitada por diversos controles, pero la introducción del gravamen no evitó la fuga de capitales.
Inicialmente, la tasa sueca era de un 0,5% y se aplicaba a la compraventa de acciones. Según explica Wiberg, “en 1986 se duplicó el tipo y la base tributaria se amplió para cubrir las opciones y los convertibles. El volumen de trading en la Bolsa de Estocolmo tuvo un cambio dramático. El beneficio medio cayó un 30% entre 1986 y 1987, con caídas del 60% en las 11 acciones más relevantes”.
Pero la cosa fue a peor en 1989, cuando la Tasa Tobin del país escandinavo se amplió para incluir también a los bonos. Esto redujo el número de intercambios de este tipo de productos financieros en un 85%, en línea con una caída del 98% en las derivadas relacionadas con bonos. El aumento de los ingresos tributarios no llegó al 5% de lo esperado.
Cuenta Wiberg que, “en 1990, más del 50% de los intercambios bursátiles en acciones suecas se había desplazado a Londres. Cuando la tasa se abolió en diciembre de 1991, el trading regresó al mercado bursátil de Estocolmo, con una subida del 50% en 1992”. Por otra parte, los inversores que se quedaron en Suecia encontraron formas de evitar el impuesto, trasladando la especulación que tanto detestan algunos a otros productos y mecanismos financieros.
En las páginas del FT, Wiberg explica también que “los estudios sobre el efecto de esta tasa coinciden en que redujo la liquidez del mercado, pero no su volatilidad”. Por último, recuerda que el gravamen “es difícil de definir, poco útil en economías abiertas, ineficiente para generar recaudación tributaria…” por lo que apunta que “Europa debería aprender de Suecia”.