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Channel: Diego Sánchez de la Cruz
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“Los ricos” son la excusa

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Empecemos haciendo un balance de situación. El esfuerzo tributario del español medio dista mucho de ser ligero. En realidad, la suma de impuestos y cotizaciones sociales se traduce en hacen falta 179 días de trabajo para cumplir con todas las obligaciones tributarias que impone Hacienda.

El panorama es desolador. España es el país que más subió los impuestos a los trabajadores en 2012, año en el que el gobierno de Rajoy aprobó casi 30 diferentes revisiones al alza de la presión fiscal que se unieron a todas las aprobadas por la Administración Zapatero, las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos.

De manera falaz, se ha intentado trasladar durante años que España tiene una presión fiscal “demasiado baja”. Frente a esta retórica hueca, los datos demuestran que nuestro país es la cuarta economía europea que más impuestos paga. Sin embargo, tantos disparates han calado hondo. El gobierno del PP, en vez de bajar los impuestos como había prometido, vende como un éxito evitar nuevas subidas de la presión fiscal. Por su parte, el PSOE basa su alternativa de gobierno en disparar la presión fiscal por más de 40.000 millones de euros.

¿Qué significa esto? Que pese a todo lo expuesto en los párrafos anteriores, ninguno de los dos grandes partidos se plantea rebajar los impuestos y dar un respiro a las familias y las empresas que tanto castigo han sufrido desde el comienzo de la crisis.

Estos sacrificios ni siquiera han servido para recortar el déficit y acabar con el despilfarro. El empobrecimiento del sector privado ha servido para consolidar un Estado gigantesco, que incumple sus objetivos de déficit de manera recurrente y que, año tras año, gasta 100.000 millones más de lo que ingresa.

A priori, esto debería haber generado un enorme rechazo entre la ciudadanía española. No obstante, el populismo de nuestros políticos ha conseguido desviar la atención, cultivando debates fiscales basados en el fomento del odio social y la crispación.

Esta estrategia se basa, esencialmente, en argumentar que las personas de mayores ingresos “deben pagar más”. A la vista de los hechos mencionados anteriormente, parece evidente que todos los españoles deberían pagar menos, pero introduciendo a los ricos como chivo expiatorio, este razonamiento cae en el olvido y el tema se centra en cómo podemos desplumar a los contribuyentes más acaudalados.

Partiendo de semejante planteamiento, se insinúa que estas personas no pagan los suficientes impuestos. En realidad, el 1% más rico ya aporta hoy el 33% de los ingresos por IRPF, mientras que el 20% más rico genera el 70% de lo recaudado.  Además, es importante señalar que los criterios según los cuales se mide la “riqueza” en España son del todo arbitrarios: siguiendo el discurso habitual de la izquierda, las rentas altas vienen siendo las que ganan entre 21.000 y 31.000 euros.

Y así estamos, perdiendo el tiempo en discusiones y polémicas vacías que siguen retrasando  las reformas que necesita España para salir de la crisis. “Los ricos” son la excusa. Los políticos son el problema.


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